sábado, 31 de julio de 2010

MAMÁ, QUIERO SER ÁRBITRO


Probablemente todos aquellos que alguna vez dijimos eso, observamos que nuestra familia nos miraba con gesto de incredulidad.
Desde hace tiempo los árbitros somos vistos como un estorbo, algo que simplemente está en un partido para favorecer o perjudicar a un equipo según con el pie nos hubiésemos levantado por la mañana. Pero… ¿realmente es así? ¡Claro que no!. Es diferente ver esto del arbitraje desde dentro que desde fuera, y no podemos culpar a nadie por ello. Sobre nuestras espaldas recae el peso de todo un partido, algunos importantes y otros no tanto, pero al fin y al cabo todos son partidos, y los padres, jugadores y entrenadores lo viven, lo disfrutan y quieren ganar, eso todos debemos entenderlo. No podemos culpar a nadie por algo que es tan humano como el bienestar de ganar; pero cuando las cosas van en nuestra contra decidimos enfadarnos, gritar y echarle la culpa al que tiene la mayor responsabilidad, el árbitro. ¡Jamás nadie va a admitir que fue su culpa! Los árbitros nos podemos equivocar, y por supuesto que nos equivocamos, pero ¿acaso esos padres que van a animar a sus hijos en un partido no se confundieron al hacer algo en su trabajo? Quizás esa mañana una madre se confundió al enviar unos informes, o ese padre calculó mal los recibos de la casa. Al fin y al cabo nosotros, los árbitros, estamos trabajando, ya que nos preparamos y estudiamos para eso, e intentamos hacerlo lo mejor posible, disfrutar y hacer disfrutar a todo el mundo. Es gratificante salir de un partido con una sonrisa en la cara y pensando que todo ha salido a pedir de boca, no perfecto, porque realmente no hay nada perfecto; pero también después de un partido agobiante a veces deseas no haber elegido eso. Mas, si todo fuese perfecto ¡qué aburrido sería todo!; y, como me dijo una vez alguien en un partido, de cada conflicto sacas una experiencia nueva e ideas para superar la que próximamente te pueda ocurrir.
Cuando le dije eso a mi madre me dijo ¿Por qué arbitro? y yo respondí ¿Y porqué no?.

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