sábado, 20 de noviembre de 2010

SER ÁRBITRO

Ser árbitro, cocinero, entrenador o torero (por poner algunos ejemplos) son trabajos que están especialmente indicados para ser “opinables”, es decir, todo el mundo se siente con la libertad de juzgar sobre la labor del que los realiza. Pero en el caso de que les propongas que sean ellos los que asuman la responsabilidad, que sean árbitros en ese partido tan complicado, cocinen ese arroz al que ponían tantas pegas, den unos muletazos a ese toro al que el torero no se arrimaba …. entonces, les comienza a subir el ritmo cardíaco, les vienen a la cabeza mil excusas y ya no encuentran el momento para dar el salto y asumir la responsabilidad que tanto pedían.

Todos hemos visto durante las últimas temporadas como la incorporación al arbitraje “activo” de los chicos y chicas que acaban de terminar el cursillo que los habilita como tales, se realiza de la mano de un compañero veterano que realiza las labores de “tutor” durante sus primeros partidos para asegurarles que la entrada ese mundo tan complejo será lo menos traumática posible. Ese sistema tiene un lado bueno y otro malo. Está claro que el aspecto positivo es que se les permite un rodaje inicial para que se sientan seguros en la pista y afiancen las rutinas básicas de los partidos. El aspecto negativo es que, una vez superada esta fase inicial, es posible que se amolden a la figura del veterano y no desarrollen todo su potencial, es decir, no aprendan. Y aprender, no hay que olvidarlo, se hace de la experiencia propia, no ajena.
Ya metidos en un partido, nos olvidamos que el baloncesto está compuesto por muchas partes que tienen que engranar bien entre sí para que funcione. Si concebimos las categorías inferiores de nuestro deporte como niveles de formación, ¿por qué no concedemos también esta calificación para los árbitros?
Los árbitros no “nacen” con 10 o 15 años de experiencia, con nivel FIBA, con 10.000 horas de vuelo. Al principio son iguales que nuestros jugadores. Con suerte serán ex-jugadores y eso les dará una formación de base a muchos y a otros una deformación que habrá que rectificar. Hay que educarlos y entrenarlos y eso se hace con tiempo y en las pistas de juego, con partidos y con situaciones reales. Es cierto que esta formación puede provocar que algunos arbitrajes no sean del nivel que todos desearíamos pero, ¿no fuimos aprendices en nuestro trabajo alguna vez? ¿No tuvimos nuestro “primer día”? ¿No se merecen ellos la misma oportunidad que nos dieron a nosotros?

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