No creo que llegue nunca a ver un árbitro satisfacer a todos, que se presente en las canchas con un halo angelical, que la prensa lo alabe y lo coloque en un macizo y áureo pedestal. Que marque las violaciones, y los fauls, al criterio del espectador. Pero sí creo que sus juicios, están dentro de un cuadro imparcial.
Sólo creo que él nunca hará de su tarea un imposible, porque solo Dios es el árbitro infalible.
De esta manera hace una definición del árbitro de basquetbol, Don Gumersindo Romero Vásquez, en su libro “El Viejo Deporte de los Cestos” (1978,). Y hace una descripción de la difícil tarea del árbitro, capítulo dedicado al arbitraje, en el que describe:
Existe una ciencia que trata de los efectos que causan los potenciales anímicos de las masas, la influencia síquica de los ruidos, de los movimientos, gritos y motivaciones bruscas, insultos, etc. Estos factores de enorme fuerza pueden enaltecer o destruir la tónica espiritual del árbitro, del preparador, del jugador y aun de una gran parte del otro público no afecta a manifestaciones negativas.
¿Cuántos árbitros han visto desplomados por las corrientes desagradables que ocasiona el partidarismo fanático? ¿Cuántos públicos actúan enardecidos por su desbordante pasión?
El árbitro esta sometido a fuertes presiones en acción mental y por consiguiente en su sistema nervioso.
Estas actitudes, sin llegar a la exageración, pueden persuadir e influir terminantemente en el arbitraje. La impresión que causa a jugadores y público la forma de expresar las faltas sin llegar a los grotescos, para evitar la ironía grosera de los públicos, debe hacerse mesuradamente, con ademanes serios, pero precisos.
Conversaciones con los jugadores por parte de los árbitros pueden predisponer situaciones delicadas en contra de los segundos, por la influencia visual. Buen ejemplo por la actitud serena, gestos convincentes logran más que los gritos y actitudes forzadas.
El estado de salud, es determinante, influye demasiado el estado anímico del árbitro; cuando es óptimo, esta alerta, es compatible con las exigencias de un juego tan rápido como lo es el basquetbol.
Las señales deben ser claras y precisas, y con ello evitan confusiones, creando así una mística del arbitraje muy necesaria en el básquet. El servir y apoyar moralmente al compañero que esta en acción, es deber de todos los elementos que forman el equipo de arbitraje, no hay que criticarlo en forma mordaz y sin ética
Debe existir una lealtad, compañerismo y consistencia en el espíritu del grupo.
La personalidad que se adquiere en la incomprendida labor del árbitro es a base de proyección honesta, seria, de superación y responsabilidad integral.
¡Señores, que tengan un buen juego!
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