El contacto físico es un aspecto importantísimo en todas las relaciones entre un árbitro y un jugador, no obstante, en situaciones muy especiales se olvida que esta herramienta tiene la capacidad de hacer sanar las heridas producto de las discusiones enconadas que se presentan en los partidos, una simple palmadita en la espalda al jugador puede dar fin a un enfrentamiento. Resulta interesante aprender a detectar en qué momento cada árbitro como autoridad del partido puede permitir el acercamiento de los jugadores sin que esto pueda ser motivo de molestia o desagrado.
Acuerdo o desacuerdo
En varios partidos se han observado casos en donde los jugadores manifiestan su desacuerdo con las decisiones del árbitro de una manera continua e inaceptable, con gestos no deseados, incluso con el contacto físico agresivo contra este. No importa si este contacto se produce antes, durante o después de un partido, sin embargo, es necesario saber hasta donde se puede y se debe admitir, se debe tener en cuenta que los extremos siempre serán malos.
Zonas prohibidas
Aunque el contacto físico como roces, saludos, abrazos, palmadas en la espalda, golpecitos en el abdomen, empujones, acercamientos para levantar a los jugadores del piso, se pueden presentar en todo tipo de partidos y por distintas circunstancias; existen ciertas zonas que son vedadas para árbitros y jugadores, entre estas se encuentran, el rostro, incluidos pómulos y nariz; el cuello; los genitales y los glúteos; ya que esto se puede considerar una falta de respeto y prestarse para malas interpretaciones.
No se puede tolerar
Un árbitro no debe consentir y tolerar el contacto físico por parte de un jugador, incluido un sustituto, jugador sustituido, o cualquier otra persona que se encuentre bajo su autoridad, cuando en estas situaciones agreda, ridiculice o ponga en duda su ascendencia; tales casos deben ser tratados con firmeza con la adopción de medidas disciplinarias apropiadas para evitar que este tipo de conductas se extiendan a los demás jugadores.
Se puede consentir
Obviamente, no todas las acciones en las que un jugador tiene proximidad física con los árbitros deben considerarse mala conducta. Existen situaciones en los que los jugadores pueden ofrecer su sincera felicitación por la labor que estos han realizado, saludarse con quienes han tenido experiencia previa, mostrar obediencia, demostrar gratitud y especialmente manifestar aceptación; es solamente bajo estas circunstancias donde se puede permitir el contacto físico entre arbitro- jugador-arbitro.
Respeto ante todo
Si el árbitro no permite que los jugadores tengan algún contacto físico con él, tampoco es conveniente que este los toque como señal de respeto hacia ellos, no obstante, si los toca por algún motivo tiene que estar consciente que en ciertas ocasiones ellos también buscarán contacto con él. Finalmente, si se produce algún acercamiento estando el balón en juego, se tiene que tener en cuenta que generalmente es el silbato quien por su mala ubicación obstaculiza el juego y en estos casos nunca un jugador podrá ser castigado así golpee al árbitro, porque el imprudente es él.
Fuente: Revista Arbitros.
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